domingo, 8 de noviembre de 2009

Gilgamesh


La epopeya de Gilgamesh es un poema épico que narra las aventuras de un héroe mesopotámico. Trata sobre el amor, la amistad, la venganza, el valor y la muerte.
Se trata de una historia donde se cuenta el viaje fallido, de un héroe, hacia la inmortalidad.
Un héroe que, curiosamente, se convertirá en el antecedente de los héroes grecolatinos, Heracles o Hércules. Y estamos ante la historia más antigua que se conoce de la humanidad.

Pero, ¿existió Gilgamesh? La respuesta es afirmativa. Gilgamesh era sumerio, el “quinto” rey de URUK a comienzos del proto-dinástico (por el 2650 a.C.).
Fue quién ordenó la construcción de la primera muralla de la ciudad de Uruk.

En cuanto a la epopeya, que se compone de 12 tablillas y algunos fragmentos que se encuentran en dos universidades de los Estados Unidos, fue encontrada, siendo una copia, en la biblioteca del rey ASURBANIPAL, en Babilonia. Se trata de tabillas en arcillas en escritura cuneiforme.

Esta historia aunque es sumeria, fue escrita por los babilonios y, como es normal, aparecen los nombres de muchos dioses con nombres babilonios, en lugar de sumerio.

Personajes de la Epopeya:
GILGAMESH: rey tirano y héroe de la historia.
NINSUN: diosa y madre de Gilgamesh.
LUGALBANDA: semidiós y padre de Gilgamesh.
ANU: AN para los sumerios, era el rey de los dioses y padre de Enlil.
ARURU: Ninmah para los sumerios, era la diosa engendradora. Modela con barro y crea a Enkidu.
ENKIDU: creado por Aruru a semejanza de Gilgamesh, tiene como finalidad domar la arrogancia de éste (Gilgamesh).
El cazador: denuncia ante Gilgamesh la existencia de Enkidu.
Prostituta: se encarga de civilizar al salvaje Enkidu.
HUWAWA: monstruo temible que vive en el País de los Cedros.
ISHTAR: Inanna para los sumerios, es la diosa de la fertilidad en la tierra. Es bella pero, también, vengativa.
TORO CELESTE: bestia mitológica, que por deseo de venganza de ISHTAR, es enviado a la ciudad de URUK, destrozándola y matando a centenares de guerreros.
HOMBRES ESCORPIONES: guardianes de la “Sombría Montaña del Sol Poniente” (las puertas hacía el inframundo).
SIDURI: es la tabernera que vive en una de las orillas del río o mar de los muertos. Pretenderá, con respecto a Gilgamesh, aliviarle de su dolor y hacerle ver la vida de otra forma, más positiva.
UTANAPISHTIM (conocido así por los babilonios): fue ZIUSUDRA para los sumerios o ATRAHASIS para los acadios. El único sobreviviente al Diluvio, aunque, también su esposa. Fue el sabio y piadoso rey de la antigua ciudad de Shuruppak y tras el diluvio fue enviado por algunos dioses a “La tierra de la vida”, a DILMUN, para vivir para siempre.
SHAMASH: UTU para los sumerios. Es el dios Sol, de los viajeros y de la justicia. Uno de los pocos que puede atravesar “las aguas de la muerte”.
URSHANABI: antiguo piloto del arca que cruzaba el río o mar de los muertos.
SERPIENTE: animal que roba a Gilgamesh la planta de la eterna juventud.

LA EPOPEYA DE GILGAMESH

LA VICTORIA DE LA CIVILIZACIÓN SOBRE LA NATURALEZA:
La epopeya comienza haciendo una presentación de Gilgamesh y la ciudad de Uruk. Gilgamesh es un joven atractivo, carismático e inteligente pero reinaba su ciudad, URUK, de forma tiránica.
A los hombres los tiene construyendo la muralla de la ciudad (9.7 Km.)
Y, mientras, él disfruta de su “IUS PRIMAE NOCTIS”, ese derecho de pernada que le da el privilegio de acostarse, la primera noche, con aquella mujer que se casaba.


La población no está satisfecha con su soberano, se reúne en asamblea y decide pedir ayuda a los dioses. Los dioses, también, se reunirán en asamblea y decidirán castigar a Gilgamesh.

Estos piden a Aruru que engendre a un hombre semejante a Gilgamesh, ella se dirige a las estepas y allí, con barro, crea a ENKIDU, un ser semejante a Gilgamesh pero con aspecto primitivo. El objetivo de la creación de Enkidu no era otro que enfrentarse a Gilgamesh, domar su arrogancia y disciplinar su espíritu.

Enkidu que se encontraba en estado salvaje, comía de las hierbas, bebía de los ríos, cazaba como una bestia pero, también, molestaba a los cazadores y a algunos campesinos. Era el hombre incivilizado, a diferencia de Gilgamesh.
Sin embargo, un día, un cazador cansado de Enkidu decide ir a contarle a Gilgamesh de su existencia. Éste decide que lo mejor era civilizarlo y, para ello, le entrega al cazador una cortesana o prostituta para Enkidu.
La cortesana sedujo a Enkidu, no tuvo ninguna dificultad, y durante seis días y siete noches, dentro de una tienda, consiguió civilizar a este hombre salvaje. Ya no era reconocido por las bestias de las estepas y, por ello, la cortesana decide llevarlo a la ciudad.

Allí, se encontrará con Gilgamesh, éste se sorprende por el parecido de ambos. Enkidu, conocerá y disfrutará de los baños, de los perfumes, de los elaborados manjares y de vestir elegante. Sin embargo, cuando Enkidu descubre que Gilgamesh se apresta a poseer a una joven casada, éste indignado lo desafía y acaban en una brutal lucha cuerpo a cuerpo.

Pero, la lucha es muy igualitaria, pues ambos son semejantes; finalmente y de forma inesperada, los dos adversarios acaban abrazándose, surge una gran amistad y un afecto recíproco. Gilgamesh dejará de ser un rey tiránico.


LA BÚSQUEDA DE LA GLORIA. ENFRENTAMIENTO ENTRE LOS HOMBRES Y LOS DIOSES.
Gilgamesh que ya no comete acciones deshonestas, quizás ya por aburrimiento, decide irse con Enkidu de aventuras. Hacerse un nombre en la historia, en definitiva, convertirse en héroe.
Decide marchar al lejano País de los Cedros para matar a su temible guardián Huwawa.
Enkidu, que ya conocía aquel lugar en sus tiempos de salvaje, le advierte del peligro de llevar a cabo tal empresa. Sin embargo, esta advertencia no fue más que un aliciente para Gilgamesh, además, a la ciudad no le vendría mal un buen tributo de madera.

Gilgamesh convence a Enkidu y tras haber preparado sus armas y adorado a los dioses, sobre todo al dios sol y dios de los viajeros, Shamash, se ponen en marcha hacia su nuevo destino. Parten nuestros amigos y en tan sólo tres días hacen un trayecto que bien se podría haber hecho en seis semanas.
Habiendo burlado la vigilancia del guardián, “cuya boca era el fuego y cuyo aliento la muerte”, se introducen al interior del bosque y, allí, comienza a derribar árboles.

Entonces llegó Huwawa totalmente furioso, el monstruo podría haber acabado con la vida de nuestros héroes pero gracias a la intervención de Shamash que desató ocho vientos contra el gigante, quedó paralizado y se rindió.
Sin embargo, Gilgamesh y Enkidu, no perdieron la oportunidad y le clavaron las espadas, le cortaron la cabeza y se lo llevaron triunfante a la ciudad de URUK, también, llevaron la madera.
Tras esta hazaña, Ishtar, la diosa del amor y la lujuria, se enamora y cae rendida a Gilgamesh, mostrándose desnuda. Pero, Gilgamesh la rechaza, se burla y la desprecia. Él recuerda la suerte que corrieron los amantes de la diosa y recordó que la infidelidad bien podría ser otro atributo de la diosa.


Despechada y cruelmente ofendida, pide a Anu (dios del cielo) que enviase al Toro celestial, a destruir la ciudad de URUK y matar a Gilgamesh. La diosa amenaza a Anu de que si no lo hace soltará a los muertos del infierno, y la verdad es que podía hacerlo tenía allí bastante influencia; Ereshkigal, reina del inframundo era su hermana y Dumuzi que era su esposo, es el dios de ultratumba. Ante todo esto, Anu cede y atiende a su súplica.
El Toro celeste empieza a destruir la ciudad y mata a centenares de guerreros. Gilgamesh y Enkidu se dirigen con valor hacia aquel ser temible. Enkidu se afana a los cuernos y al rabo del toro y, tras una ardua lucha, Gilgamesh remata al toro con su espada, le arranca el corazón y se lo ofrece a Shamash y tira una pata a la cara de la diosa, Ishtar.

He aquí, nuestros héroes en la cumbre de la gloria, la ciudad rompe en cánticos por sus hazañas pero, pronto, debido al enfado de los dioses por haber matado a Huwawa y al Toro Celeste, caen en desgracia. Los dioses, en un primer momento, deciden que muera Gilgamesh pero a esto que se levanta Enlil, rey de los dioses y más importante que su padre Anu, y decide que debe morir Enkidu.

Esta decisión, pudo verlo Enkidu a través de un sueño, y en poco tiempo, en doce días, Enkidu muere por una enfermedad. Gilgamesh llora la muerte de su gran amigo, compañero de aventuras, observa la muerte en su cara durante siete días y siete noches, hasta su estado más desagradable. Gilgamesh comprende, entonces, que la muerte también le llegará y decide que debe escapar de ese angustiado destino del hombre, buscará de aquí en adelante la inmortalidad, el secreto de la eterna juventud.

LA BÚSQUEDA DE LA INMORTALIDAD:

Gilgamesh, recuerda que hubo un hombre que consiguió la inmortalidad. Este hombre se llamaba Utanapishtim (Ziusudra para los sumerios), cuya historia será la misma que la de nuestro conocido bíblico, Noé. El arca de Noé, con la diferencia que la historia de Ziusudra fue la primera.

(Hago un inciso a nuestra bonita historia para plantear ahora, pues me parece interesante, una serie de cuestiones:
He aquí, y es mi opinión, como la religión no es más que el resultado o un reciclaje de otras anteriores, un sincretismo dirían algunos expertos.
Vimos a la prostituta o, llamémosla más finamente, cortesana, como elemento civilizador, al igual que Eva en el cristianismo.
Luego, está Inanna; Ishtar para los babilonios, cuyo nombre evolucionará a Astarté para los fenicios, o Afroditas o Venus para los grecolatinos, como diosas de la fertilidad, el amor, etc.
Finalmente, la historia de Ziusudra que es la idéntica a la de nuestro Noé pero, ya hemos dicho que la historia de Ziusudra fue primera. O, también, la historia del dios Enki que viene a ser el Prometeo de los griegos.

¿Es la religión, entonces, una invención del hombre? ¿Han sido tan poco originales nuestros antepasados que encima son todos los mitos copias de otros anteriores?¿Qué sentido tiene ya la religión en el s. XXI?... en fin espero no ser excomulgado;… jejeje).

Gilgamesh, decide buscar a Utanapishtim, el hombre que sobrevivió al diluvio, el rey de la antigua ciudad de Shuruppak (una de las cincos ciudades que existían ante de que se produjese el diluvio, producido según los antiguos porque los hombres habían olvidado ya a los dioses) y, para ello, se dirige y parte en un largo viaje hacia la sombría montaña del Sol Poniente.

Allí, están los hombres-escorpiones que en lugar de cerrarle el paso, parece ser que por su reputación como héroe y ascendencia divina le permitieron el paso. Gilgamesh tras pasar por un túnel se admira al ver un jardín maravilloso, cuyos árboles eran de piedras preciosas. Allí, se encontrará con la tabernera Siduri, que le aconseja que olvide su dolor, su búsqueda, que viva la vida (Carpe Diem). Sin embargo, Gilgamesh ve la vida negativa y, por ello, acaba exigiéndole a la tabernera el paradero de Utanapishtim. Ella le indica el camino, diciéndole que se encuentra en la otra orilla, en la del frente.

Gilgamesh tiene que cruzar, por tanto, las aguas de la muerte y, para ello, no duda en pedir ayuda a Urshanabi, antiguo piloto del arca, del arca con la que cruzaba las aguas de los muertos. Cruzará el río o mar de la muerte y, finalmente, tras una fatigosa búsqueda, encontrará a Utanapishtim.
Este, ya anciano, representa al sabio, la senectud como máxima sabiduría, empezará a enrollarse con Gilgamesh recordándole sus viejas y rancias historias; cómo sobrevivió al diluvio, cómo el dios Enki le avisó de lo que se avecinaba (el diluvio), y cómo los dioses le ofrecieron la inmortalidad en Dilmun, la tierra de la vida.
Sin embargo, no se dejaba caer para contarle dónde se encontraba la planta de la vida, planta que Gilgamesh ansiaba para ser joven y eterno por siempre. Pero, llega la mujer de Utanapishtim y le dice a su marido que le diga dónde se encuentra la planta.
Así, lo hace, contándole que dicha planta crece en el fondo del mar. Entonces, Gilgamesh se dirige al mar, con una barca se aleja de la orilla, se ata unas pesadas piedras a los pies y se lanza al fondo donde se sumerge y recoge la planta de la vida.
Pero, los dioses tenían otros designios. Gilgamesh de regreso a Uruk, y que iba acompañado de Urshanabi, el barquero, se dio un relajante baño con el agua de un pozo. Una serpiente olfateó su apreciada planta y se la arrebata, ésta muda la piel (Curioso; jejeje) y le dice: “Los dioses no han hecho al hombre inmortal; sshhs”.
Cansado y desilusionado, llora y se lamenta de su desdicha ante el barquero. Gilgamesh, “el que lo ha visto todo” ya nunca será inmortal. Regresa a Uruk, probablemente para consolarse contemplando las murallas de su ciudad, o quizás ¿Quién sabe? se fue con la tabernera, esto, no obstante, no se sabe, no hay datos sobre el final.

FIN.

Esta entrada bien podría dedicársela a mi profesor de Hª Antigua, F. Lozano; a Samuel Noah Kramer y a Georges Roux, fuentes de lo aquí escrito; o al creador de las imágenes que aparecen, a Alain Brion. 

Puedes contactar conmigo en:   hispanus21@gmail.com