Ocurrió en Toledo, antigua capital visigoda, un hecho histórico tan terrible y confuso que sólo llegaría a nuestros días en forma de leyenda.
En un ambiente escalofriante y cargado de dramatismo se forja esta leyenda cruelmente sanguinaria.
Corría el año 803 y Tolaitola, Toledo, era gobernada por un joven, que no dudaba en abusar del poder que ostentaba.
Yussuf-Ben-Amrú, que así se llamaba el joven gobernador árabe, había extendido su terror por toda la ciudad, ni el pueblo llano ni la nobleza escapaba de sus desmanes.
Un día, algunos nobles de la ciudad, temerosos de los futuros actos del gobernador, deciden enviar una embajada a Córdoba para que hablasen con el califa, Alhakem.
En un ambiente escalofriante y cargado de dramatismo se forja esta leyenda cruelmente sanguinaria.
Corría el año 803 y Tolaitola, Toledo, era gobernada por un joven, que no dudaba en abusar del poder que ostentaba.
Yussuf-Ben-Amrú, que así se llamaba el joven gobernador árabe, había extendido su terror por toda la ciudad, ni el pueblo llano ni la nobleza escapaba de sus desmanes.
Un día, algunos nobles de la ciudad, temerosos de los futuros actos del gobernador, deciden enviar una embajada a Córdoba para que hablasen con el califa, Alhakem.
Éste, aunque al principio reacio, a actuar contra el gobernador de Toledo, acaba complaciendo a los emisarios y les otorga una orden para que puedan destituir y encarcelar a Ben-Amrú. Así, se hizo y Ben-Amrú era encarcelado en una celda de su propio palacio, en el cerro Montichel. Sin embargo, algunos toledanos resentidos por las acciones del ex-gobernador y aprovechando un motín originado por un aumento de los impuestos invaden el palacio y asesinan a Ben-Amrú, degollándolo.
El pueblo de Toledo quedó espectante, temiendo las represalias del califa ante tal actitud e, incluso, el temor se acrecentó cuando se conoció el nombre de quién sería el nuevo gobernador de Toledo. Nada más ni nada menos que el mismísimo padre de Yussuf Ben Amrú, gran amigo del califa. Sin embargo, el padre se mostró tanto al pueblo como a la nobleza afable y tolerante, evitando cualquier conversación respecto a su hijo. Pronto, el pueblo y la nobleza, recobrarían la confianza y la tranquilidad que tanto ansiaban.
Más tarde, cuando el hijo de Alhakem, Abderramán, regresaba a Córdoba tras unas batallas en el norte, contra los cristianos; el gobernador de Toledo, invita a los nobles de la ciudad a una fiesta en honor al príncipe. En “una hermosa noche toledana” llena de lujo y una suntuosa recepción son recibidos los nobles de Toledo y sus amigos, la alegría de los invitados era más que evidente. Sin embargo, sin más dilación y a medida que entraban a palacio, todos ellos eran decapitados con prominentes sables, al fin y a sangre fría, el gobernador presenciaba la muerte de más de 400 nobles. La venganza tan vilmente fraguada se materializaba en una noche toledana.
La expresión “Una Noche Toledana”, a modo de curiosidad, es utilizada a menudo para referirse a un hecho terrible, las connotaciones negativas de esta frase están más que justificada por esta leyenda.
El pueblo de Toledo quedó espectante, temiendo las represalias del califa ante tal actitud e, incluso, el temor se acrecentó cuando se conoció el nombre de quién sería el nuevo gobernador de Toledo. Nada más ni nada menos que el mismísimo padre de Yussuf Ben Amrú, gran amigo del califa. Sin embargo, el padre se mostró tanto al pueblo como a la nobleza afable y tolerante, evitando cualquier conversación respecto a su hijo. Pronto, el pueblo y la nobleza, recobrarían la confianza y la tranquilidad que tanto ansiaban.
Más tarde, cuando el hijo de Alhakem, Abderramán, regresaba a Córdoba tras unas batallas en el norte, contra los cristianos; el gobernador de Toledo, invita a los nobles de la ciudad a una fiesta en honor al príncipe. En “una hermosa noche toledana” llena de lujo y una suntuosa recepción son recibidos los nobles de Toledo y sus amigos, la alegría de los invitados era más que evidente. Sin embargo, sin más dilación y a medida que entraban a palacio, todos ellos eran decapitados con prominentes sables, al fin y a sangre fría, el gobernador presenciaba la muerte de más de 400 nobles. La venganza tan vilmente fraguada se materializaba en una noche toledana.
La expresión “Una Noche Toledana”, a modo de curiosidad, es utilizada a menudo para referirse a un hecho terrible, las connotaciones negativas de esta frase están más que justificada por esta leyenda.
By David Domínguez
3 comentarios:
Ya dicen que la venganza se saborea mejor en frío. Desde luego, esta historia es escalofriante.
Saludos.
La verdad es que sí, me impresionó mucho cuando me lo contó la guía, estando de vacaciones por Toledo, hace unos días.
Una ciudad muy bonita, estuve pernoctando en el Castillo de San Servando. Hizo demasiado caló y hay muchas cuestas; jejeje, pero me gustó la ciudad.
Saludos.
Buf, creo que yo no me hubiese fiado. Gran historia, desconocía el origen del dicho.
Saludos.
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