jueves, 2 de julio de 2009

Miguel Hernández, el pastor que quiso ser poeta.


Nació en un pueblecito alicantino, en Orihuela, el 30 de octubre de 1910. Le pertenecía por edad figurar en la nómina de los poetas del 36; pero su actitud, su atracción e ilusión por Góngora lo llevó al lado de los grandes, los grandes poetas de la generación del 27.

Su origen, del seno de una familia humilde, no le restringió para convertirse en lo que más deseaba, ser poeta y también dramaturgo.
Sí; fue un pastor de cabras pero gracias a su espíritu autodidacta pudo elevarse al mundo de las letras. Su vida es un claro ejemplo de esfuerzo y, por ello, consigue acabar sus estudios.

Sus primeros versos están dedicados al campo, a la naturaleza, a sus animales, en definitiva, a aquello en lo que empleaba su tiempo. Sin embargo, cuando comienza a conocer a los grandes del siglo de oro español, se preocupa por la forma o estructura de sus poesías.

Cabe aclarar, que en ocasiones para entender la poesía de Miguel Hernández es necesario conocer su vida o biografía.

Entre 1933 y 1934 empieza a publicar y viaja a Madrid para conocer a sus compañeros de profesión, conocerá a Pablo Neruda y, también, a Federico García Lorca, entre otros.

Perito en lunas” (1933) alberga composiciones al más puro estilo de Góngora, sus poesías son claramente formales y complejas.

El rayo que no cesa” (1936) es considerado su libro de plenitud, escribe en sonetos tratando temas sobre el amor, insatisfecho, trágico e irrenunciable, que, como un rayo incesante, hiere las entrañas del poeta.

De esta obra, aunque claramente separada de ella, destaca su famosa elegía, dedicada a su compañero de interminables tertulias, a su amigo del alma Ramón Sijé, a quien tanto quería.


Más emoción no puede contener unos versos, una elegía que expresa la rebelión de un poeta contra la muerte de su amigo.

Juan Manuel Serrat, delicadamente, logra convertir en canción tan doloroso poema, comenzando con un tono apesadumbrado para, finalmente, tornase esperanzado.

Momentos difíciles para tiempos convulsos pues llegaría, en poco tiempo, el estallido de la Guerra Civil Española. Miguel se alistó en el bando republicano, participó activamente en la guerra, trabajando en radio. Desde ahí, animó a las tropas republicanas y no dudó en hacer eco de la propaganda política.

Durante este fratricida y trágico periodo escribió “Viento del pueblo” (1937) y “El hombre acecha” (1939). Esta última obra, en tiempos de cuando los rebeldes ocuparon Valencia, fue confiscada y ordenada a destruir por Joaquín de Entrambasaguas. Afortunadamente, se conservó dos obras y llegaron a publicarse en tiempos menos “bárbaros”, en 1960.

La temática de estas obras fue, claramente, comprometida con la sociedad. “Viento del pueblo” es más épico, combativo y optimista. “El hombre acecha”, escrito cuando finalizaba la guerra es más pesimista, mirando hacia los horrores de esta.

Fue en 1937 cuando se caso con Josefina Manresa y tuvo que sufrir multitud de avatares, entre ellos, su suegro que era Guardia Civil o la muerte de su primer hijo.

Andaluces de Jaén. "Viento del pueblo". 1937.



Para la libertad nombre original El Herido. "El hombre acecha".1939.



Canción, sin duda, vibrante con un tono triunfal y altisonante. En Cuba es considerada como un himno.

Tras la muerte de su hijo comenzó a escribir los primeros poemas de “Cancionero y romancero de ausencias” (1938-41). Se trata de un libro pesimista, se lamenta de todo cuanto ha perdido y las heridas que le han producido el amor, la muerte y la vida. Tiene una visión desoladora de España.
Escribe poemas cortos, haciendo uso del arte menor, y es considerada la obra cumbre de la poesía española de posguerra. Destacar "Nana a mi niño".

Miguel intenta huir al finalizar la guerra pero es detenido en Portugal y enviado a España. Tras pasar situaciones muy difíciles es juzgado y condenado a muerte, pena que le sería conmutada por la de 30 años de prisión.
La historia del poema, “Nana a mi niño” todavía provoca escalofríos. Fue escrito por Miguel en la cárcel y la compuso a su otro hijo, cuya mujer e hijo (Manuel Miguel) no tenía otra cosa que comer que cebollas.

Miguel Hernández decía a su mujer: “El olor de la cebolla que comes me llega hasta aquí y mi niño se sentirá indignado de mamar y sacar zumo de cebolla en vez de leche. Para que lo consueles, te mando estas coplillas que le he hecho, ya que para mí no hay otro quehacer que escribiros a vosotros o desesperarme”

Este poema es titulado por Juan Manuel Serrat con el nombre de “Nana de la cebolla":


Miguel Hernández moría a causa de una combinación de enfermedades; bronquitis, tifus y tuberculosis. Fallecía el 28 de marzo de 1942 en Alicante, a la edad de 31 años.


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by David Domínguez.

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