domingo, 21 de junio de 2009

Oratoria y Retórica en ROMA


En Roma, los jóvenes patricios aspiraban a dos salidas profesionales: el ejército o la política.

Si formar parte del ejército requería una buena preparación en el arte de la guerra, formar parte en la política requería un buen dominio de la palabra, y de ahí la Oratoria, el arte de hablar bien, convenciendo y deleitando.


Al principio, en el discurso se valoraba la veracidad, pero con el paso del tiempo lo importante fue defender bien las posiciones. De esta forma, entra en juego la Retórica (de origen griego) como conjunto de técnicas y procedimientos para hablar bien.


Para ser un buen orador era necesario tener conocimientos de Derecho, a fin de conocer las leyes pero también de Historia, para recurrir a ejemplos del pasado, de Filosofía, como ayuda en la búsqueda de argumentos morales y de Literatura, para pulir la forma de los discursos.


Surgen, además, tres escuelas de retórica que proponen distintos modelos de elocuencia:


E. Ática: de estilo sobrio y seco con mayor atención al fondo que a la forma.

E. Asiática: de estilo hinchado, de adornos retóricos y con prevalencia de la forma sobre el fondo. Tono brillante, exuberante y florido.

E. de Rodas: proponía un estilo próximo a la escuela asiática pero más moderado, y cabe destacar como alumno a Cicerón.


Por último resaltar oradores como: Apio Claudio, Gelio, Catón, Escipión, Graco, Cayo, Marco Antonio, Licinio Craso, Hortensio Hórtalo, Cicerón, Julio César o Quintiliano.



Nació en Arpino en el 106 a.c. y pertenecía a la nobleza rural. En Roma estudió derecho, filosofía, retórica, literatura y, en Rodas y Atenas, con Milón de maestro, perfeccionó la retórica y la filosofía.

Desempeñó la mayoría de los cargos públicos, entre ellos cónsul aún siendo “Homo Novus”.

Logró sofocar la conjura de Catilina, lo que le valió el título de “Pater Patriae” pero debido a unas irregularidades fue enviado al exilio, por el primer triunvirato (César, Pompeyo y Craso) que hirió fuertemente su orgullo.

A su vuelta, se desató la guerra civil entre Julio César con deseos de ser emperador de Roma y Pompeyo que defendía la República. Cicerón opta por ser partidario de Pompeyo pero éste fue derrotado. César lo perdona pero queda fuera de la política.

A la muerte de César, vuelve a la vida pública y con el inútil deseo de restaura la república hace duras críticas a Marco Antonio quién poco después lo incluye en la lista de proscrito, durante el segundo triunvirato (Marco Antonio, Lépido y Octavio).

Fue asesinado, sus bienes confiscados y condenado al “Damanatio Memoriae”. Corría el año 43 a.c.


En cuanto a su obra, conservamos 58 discursos. Sólo usó el arma de su palabra para la defensa y sus discursos están muy preparados poniendo especial énfasis al final del mismo.

Hace un brillante uso de los recursos retóricos, tiene una cuidadosa construcción y elimina los períodos verbales.


Sus obras se clasifican:

Discursos privados: “Pro Archia” o “In Verren

Discursos políticos o públicos: ante el senado, el pueblo y César.

Destacar: “In Catiliam”, “In Antonium o Filipicas


Otras obras:

De Oratote”: tratado sobre la formación del orador. Se pregunta: ¿por qué hay pocos oradores y hay más en otras artes? La respuesta: debido a la magnitud y dificultad de la propia elocuencia.

Brutus”: Nos ofrece una historia de la oratoria romana para analizar su evolución.

Orador”: Vuelve al problema de la formación del orador ideal.


En cuanto a la importancia que tuvo, Cicerón es junto con César modelos de la prosa clásica latina, con un estilo retórico propio de la Escuela de Roda y fuente de conocimiento de la vida social y política de Roma del s.I a.c., así como de la oratoria de todas las épocas.



"El presupuesto debe equilibrarse, el Tesoro debe ser reaprovisionado, la deuda pública debe ser disminuida, la arrogancia de los funcionarios públicos debe ser moderada y controlada, y la ayuda a otros países debe eliminarse para que Roma no vaya a la bancarrota. La gente debe aprender nuevamente a trabajar, en lugar de vivir a costa del Estado." ; CICERON.


Nació en Calahorra (La Rioja) en el 35 d .c. y estudió en Roma. Famoso abogado y maestro de retórica, cobrando un sueldo del estado, se encargó de la educación de algunos sobrinos de Domiciano.

Recibió grandes honores y dignidades de Vespasiano y Domiciano.

Por la falta de libertad de expresión de la época, la oratoria había decaído, siendo la poca existente servicial, aduladora y cobarde, usada para alabar a emperadores o a la corte.


En cuanto a sus obras, su principal es “De institutione oratoria” dividida en 12 libros.

Trata sobre la formación del orador y de juicios sobre poesía y prosa de griegos y romanos. Se trata, en definitiva, de una gran obra pedagógica pues le interesa la educación de los jóvenes.

Por otra parte, critica que se haya abandonado los modelos clásicos, pues de ahí, la decadencia de la oratoria, sabe también que se debe por causas políticas y culturales del momento pero no lo critica a fin de no crearse una situación desfavorable.




Quintiliano hace una preciosa y actual reflexión sobre la relación entre el profesor y sus alumnos.


Enlace interesante:

- Proyecto PALLADIUM (español).


by David Domínguez.


2 comentarios:

Xibeliuss dijo...

Interesante entrada. Me ha recordado lo grande que es la escena del discurso de Marco Antonio en "Julio Cesar" de Shakespeare -tremendo Brando. Aunque creo que Antonio no era precisamente un gran orador.
Saludos

Kassiopea. dijo...

Muy interesante.

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